viernes, abril 28, 2006

Despertares II

La primera vez que fui a comprar una revista porno estaba con dos compañeros. Los tres en uniforme de colegio y con las clásicas mochilotas colgando. Debemos haber pasado unas 27 veces frente al kiosco antes de encarar al diariero. Cuando finalmente me planté, puse la voz lo más grave que pude y le tiré: "queremos comprar una playboy" (era la única que conocíamos). El tipo me miró como si estuviera loco. Pensé que me había visto muy pendejo, pero en realidad era porque hablaba en plural y estaba solo. Claro, mis dos compinches habían desaparecido como por arte de magia y yo ni cuenta me había dado. Cuando estaba por imitarlos y huir corriendo, el diariero manoteó una revista y me la extendió diciendo: "Tengo esta nene". Visualicé como al pasar un par de letras en la tapa, la metí rápido en la mochila, le garpé y me fui cagando. Los pibes me esperaban en la esquina. Cuando pelé el trofeo pasé a ser el nuevo ídolo. Buscamos un lugar apropiado para mirar nuestra "porno" y, excitadísimos, empezamos a pasar las páginas. Las fotos eran malísimas. No se veía prácticamente nada, a lo sumo una teta perdida, eso era todo. Desilusionados, cerramos la revista. Volví a mirar la tapa. No era una playboy. La primera porno que me vendieron se llamaba PLOY.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Divertido, tù sì que eres abierto para expresarte sobre el tema. Asì me gusta...rico conocer todas esas anècdotas tan simpàticas... aunque no conozco dicha revista, resultò gracioso el engaño... la inocencia juvenil.
Un abrazo afectuoso!

9:04 p. m.  

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