martes, mayo 02, 2006

Despertares III

Como venía diciendo, comencé tocándome con ambas manos. Sencillo: juntaba los dedos pulgar e índice y con ellos tomaba la piel que me cubría la pijita: el prepucio creo que se llama (que palabra tan horrible, prepucio). En fin, con las dos manos al unísono, hacia arriba y hacia abajo, experimenté mis primeros placeres. Recuerdo que las primeras veces no salía una gota de nada, simplemente en un momento dado sentía un cosquilleo encantador. De más está decir que me tocaba literalmente a dos manos en la creencia de que esa (y no otra) era la forma de hacerlo. Pues bien, un buen día fui interceptado en el patio del colegio por un pibe un año más grande, del que no recuerdo el nombre pero sí que tenía un hermano mellizo (no gemelo). Este pibe era un grandote desarrollado más prematuramente que sus compañeros y, ese día, me cazó del cuello con una de sus manazas y me preguntó: vos te hacés la paja pendejo? Yo le contesté, haciéndome el grande y el entendido: claro ! qué te pensas ? Entonces el otro me miró dubitativo y dijo: a ver, cómo te la hacés ? Yo ahí nomás le tiré el movimiento con los deditos unidos. Para qué. El tipo se cagó tanto de risa que se entraron a juntar otros pibes a mi alrededor. Después de burlarse un rato de mí adelante de todos, cerró su manota derecha casi como un puño, puso cara de loco, me miró y moviéndola en el aire aseguró con su voz ronca: así se hace la paja, nene, así ! Esa noche, en mi casa, puse en práctica la nueva técnica. Al poco tiempo, además del cosquilleo, me empezaron a salir unas gotitas transparentes.
Web Counter
Free Hit Counter