jueves, noviembre 16, 2006

Pinchaduras

Anoche pinché goma (en el sentido que quieran). La lluvia, el tránsito, los contratiempos, todo conspiró para que la velada se fuera transformando en un estado de mal humor creciente. El desvío, un billete falso y una multitud de burgueses malcríados hizo que la noche se convirtiera, finalmente, en una especie de pesadilla. Una fiesta que supo ser pantagruélica fue ayer una porquería. Los pobres mozos parecían panales de abejas. Sólo mendigando uno podía conseguir una empanada caliente en sus bordes y congelada en el centro. La cerveza servida en vasos de café había que disputarla con niñitos insolentes de 16 años. Y tomar algo más elaborado equivalía a sacar una entrada para un river boca. Para colmo de males me la cruzo a la pendeja de la mano del corneta en el único instante en que mi chica me dejó solo y a la deriva mientras saludaba a no se quien. Loooser total. Noche negra. La cola para ir al baño, porque ella (como todas las mujeres) siempre quiere ir al baño en el peor momento, parecía la largada de la maratón nike. Y pensar que dejé de ir a la presentación de un libro por esa maldita fiesta de cuervos abogados. Preso de un ataque de pánico, llevé a mi chica a mear a otro lado y me clavé cinco empanadas en una estación de servicio. La próxima vez tengo que ser más inteligente, rechazar este tipo de invitaciones y colgarme con amigos, bohemios u onanistas a tomar una cerveza negra. Y a la mierda.
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