Menos mal
El sábado a la noche estaba para hacer las mil cagadas juntas. Tiré lances, miraditas y mensajes de texto. Por suerte ninguna pollita me dio mucha cabida, se habrán dado cuenta de mi mamúa y de la gorra que traía en el marote. Menos mal, porque siempre me pasa lo mismo: al otro día encuentro la goma pinchada (cualquiera de las dos) o me tomo resacas y uvasales o tengo un hijo africano como brad y angelina. Y ahí es cuando me quiero cortar la chota y tirársela a los chanchos. Menos mal que esta vez no pasó.
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